
Anoche en Manizales, se conjugaron muchas cosas taurinas, la solemnidad, el duende,la devoción y otras tantas que nos hicieron disfrutar instantes de emoción y sentimiento, que se alargaron, durante todo el festejo, veamos el 1er novillo URDIDOR, # 500 de 424 Kgs le correspondió al torero PERLA RUIZ, quien estuvo decoroso al comienzo, pero se dejó desbordar una véz el burel se creció y pidio el carnet, mató defectuosamente, debió descabellar y sonó un recado desde la presidencia, aplausos al toro y silencio al diestro. A el JULI, le correspondió un manso con casta y algo de motor, ESCRIBANO #19, de 458 kgs, al que sometió en la muleta y el ejemplar rajadito, pero el torero con maestría lo obligó a pasar en especial unos derechazos, largos y profundos, pinchó en cuatro oportunidades, y dos descabellos escuchando aviso y ovación, saludando desde el tercio. CASTELLA, con QUINDIANO #456 de 426 kgs, produjo el arrimón de la noche, a través de tandas por la derecha, ligó y templó y el tendido lo agradeció, tanto así que habiendo matado con estocada tendida, pidieron fuertemente las orejas, el palco concedió solo una y se ganó la bronca de la noche y el francés fué obligado a dar dos vueltas. ANDRES DE LOS RIOS, tuvo un gran novillo GERIMELDOS #455 de 438 kgs, mal picado, se destacó un buen par de CHIRICUTO, en la muleta la labor fue trompicada y por lo alto, mató con espada contraria y descabello, aplausos al toro y silencio al diestro. CAYETANO RIVERA, tuvo elegancia en su vestimenta pero no mostró su casta torera con BUSCAPLEITOS # 471 de 430 Kgs, porque la faena de muleta fué de tránsito, salvo las cuatro verónicas del comienzo, pinchó dos veces y dejó 3/4 de espada, que no hicieron efecto y debió descabellar en dos intentos. Pero la noche se debía cerrar con broche de oro y el español DANIEL LUQUE, con ZAPATERO # 5 DE 422 kGS, con el mejor tercio de capa, y de quites, animó a la concurrencia y en la muleta con estatuarios, y las varias tandas de derechazos y naturales, sembrado en la arena a través de cambios de mano formó la grande, tanto así que con estocada defectuosa, una véz rodó el novillo automáticamente el palco sacó los pañuelos y la euforia taurina cubrió la noche.
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